dimecres, 26 de maig del 2010

Prunus persica, presseguer, melocotonero o duraznero

En la mitología China, el melocotón era consumido por los inmortales, pues según sus creencias entre sus místicas virtudes poseía la de conferir longevidad a todos los que lo comieran. Yu Huang o el Emperador Amarillo, santo principal de todos los taoístas, tenía una esposa llamada Xi Wangmu, igualmente conocida como la Reina Madre del Oeste, que garantizaba la vida eterna de los inmortales alimentándoles con los melocotones de la inmortalidad. Se dice que los que vivían en el palacio de la Reina madre del oeste realizaban un fantástico banquete llamado “Pantao Hui” o el “Festival de los melocotones”, esta impresionante celebración se efectuaba cada seis mil años, puesto que el melocotonero daba hojas una vez cada tres mil años y su cosecha tardaba en madurar otros tres mil.
A esta fiesta tuvieron ocasión de asistir “Los ocho inmortales” grupo de deidades de la mitología China, el citado hecho es relatado en una de las obras más importantes de la literatura China “Los ocho inmortales cruzan el mar”. Uno de estos dioses Zhang Guo Lao, conocido también como “Maestro del profundo conocimiento”, es a menudo representado portando un melocotón de la inmortalidad. Las estatuas de marfil que representan a los siervos de Xi Wangmu sostienen frecuentemente tres melocotones. En la antigua China la palabra melocotón, debido a su suave textura al tacto y su delicioso sabor, era utilizada para referirse a una joven prometida, expresión que ha permanecido en muchas culturas como una forma de definir a las jóvenes bonitas, “esta como un melocotón”. A la madera de este frutal los chinos le atribuyen el poder de proteger contra los malos espíritus.
En Japón el protagonista de uno de los relatos tradicionales más populares es Momotaro. Cuenta la leyenda que una pareja de ancianos que no podía tener hijos, un día fueron bendecidos con un niño nacido de un melocotón gigante que encontraron flotando en un rio. Le pusieron de nombre momo que significa en japonés durazno o melocotón y taro que en dicho idioma define la condición de varón quedando por lo tanto bautizado como Momotaro. Cuando se hizo mayor se convierte en un gran héroe y adopta la decisión de recuperar un tesoro que se halla en isla de los demonios, acabando con ellos y salvando a los aldeanos del lugar de sus maldades. Desde entonces “el niño melocotón” es uno de los héroes históricos de los nipones. En Japón, la flor del melocotonero simboliza la virginidad.

1 comentari:

botesa5 ha dit...

La mermelada de melocotón que nos curramos en casa está para chuparse los dedos