Un grupo de científicos rusos del Instituto de Química Bioorgánica de Moscú ha anunciado que en otoño comenzarán a plantar 300.000 árboles transgénicos al aire libre en las localidades rusas de San Petersburgo y Nizhny Nóvgorod. Las especies transgénicas que han conseguido copiar son abedules y álamos temblones, y la intención de los investigadores es la de frenar la deforestación y el cambio climático.
Los científicos sostienen que cada año desaparecen extensas áreas de bosques en todo el mundo y creen que la solución es plantar árboles industriales. Los rusos, a través de la web Russia InfoCenter, desvelan que a los abedules y álamos temblones se les transplantaron genes procedentes de pinos y álamos. Según se ha sabido, fue un trabajo muy duro seleccionar los genes necesarios, porque más de 40.000 regulan la síntesis natural de la madera.
El resultado es que los nuevos ejemplares son capaces de dar hasta cinco veces más cantidad de madera para producción de papel, ya que su contenido en celulosa es mayor, así como la cantidad de lignina, un compuesto que dificulta la conversión de la celulosa de árbol en papel o biocombustible como el etanol. Además, crecen con más rapidez. Según los investigadores, estos árboles crecen en 15 o 20 años en lugar de los 25 ó 30 necesarios para un árbol normal.
El primer árbol transgénico apareció en 1987 y sólo en China existen bosques con este tipo de árboles. A este respecto, Antonio Ballester, investigador del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas del CSIC, deja claro que "no existe ningún árbol transgénico para su cultivo, aunque sí están autorizadas plantaciones muy controladas por las correspondientes comisiones de bioseguridad de los diferentes países". Sin embargo, este investigador confirma que en China hay plantaciones de álamos transgénicos sin control.
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