Hace pocos días se dieron a conocer los finalistas del premio europeo de paisajismo Rosa Barbà. Seis proyectos internacionales entre los que figuraba el Jardín del Museo Can Framis, en Barcelona, de Jordi Badia, que había ganado el último Premio Ciutat de Barcelona de arquitectura por la remodelación del edificio, y del paisajista Martí Franch. En aquel momento, sin que lo supieran los arquitectos, los trabajadores de Parques y Jardines de Barcelona habían arrancado la vegetación del jardín, exceptuando los árboles, alegando que estaba lleno de malas hierbas.
"La idea era crear un jardín antiguo, melancólico, en contraste con el entorno moderno del 22@", comenta Jordi Badia. "Por eso en lugar de césped plantamos hiedra, que nos parecía capaz de conseguir esta imagen de tristeza, quietud, antigüedad. Queríamos que la hiedra acabara trepando por los árboles creando un mar de vegetación, con ondas, debajo del cual plantamos bulbos de flores de colores distintos que a medida que se fueran abriendo crearían una sinfonía que haría que el jardín fuera diferente cada semana". Los caminos, explica, se diseñaron estrechos y no lineales para dar esa sensación de trozo de campo en medio de la ciudad. "Buscábamos una imagen de jardín informal, despeinado, en contraste con los jardines típicos en la ciudad, en exceso reglados. Queríamos que fuera un jardín amable, que la gente pudiera hacerlo suyo y que la arquitectura desapareciera".
Ahora, exceptuando un pequeño trozo en la parte posterior que se ha conservado y que permite imaginar cómo era el resto, lo que hay en Can Framis es tierra pelada con árboles que parecen fantasmas supervivientes. Según un portavoz de Parques y Jardines, las razones de la destrucción del jardín son variadas: "Por una parte, cuando se entregó el jardín, en noviembre de 2009, estaba muy mal conservado, lleno de malas hierbas porque no había habido un buen mantenimiento. Los bulbos no habían florecido y la hiedra no se había extendido lo suficiente porque era de una variedad de difícil implantación. Además, el Ayuntamiento de Barcelona no puede mantener tantos jardines singulares en un mismo barrio y en esta zona ya se ha optado por el Parc Central de la Diagonal y por el de Diagonal Mar".
El jardín apenas tenía un año de vida y resultaba difícil evaluar cuál sería su evolución. Por las fotografías facilitadas por los arquitectos, realizadas antes de noviembre de 2009, parecía agradable de ver. "Habíamos plantado más de 90.000 herbáceas, entre hiedra, narcisos y otras flores", recuerda Martí Franch, y aunque reconoce que había malas hierbas, asegura que se trataba de "un proyecto asilvestrado y el bosque de álamos blancos puede convivir con una hiedra asilvestrada con malas hierbas sin que se traicione la esencia del proyecto. El problema es si no se hace el mantenimiento adecuado y se deja que el prado se dispare de 20 a 60 centímetros".
En opinión de los responsables del proyecto, si el Ayuntamiento de Barcelona no tenía capacidad para asumir el mantenimiento del jardín, tendría que haberlo dicho al principio ya que, aseguran, aceptaron el proyecto y se asumieron las modificaciones que pedían. En Parques y Jardines aseguran que tras reunirse con los arquitectos estudiarán si es posible recuperar el jardín como estaba. "Aunque no nos comprometemos a nada", afirma su portavoz, que reconoce que aunque la propiedad ya es municipal, seguramente tendrían que haber informado del cambio en la configuración del jardín a sus autores. "La verdad, no sé cómo voy a poder defender ahora la nominación del premio de paisajismo porque no queda casi nada de lo que había", se lamenta Badia.
Publicat per Catalina Serra en el diari El País
1 comentari:
CREEMOS QUE...
¿Un parque demasiado caro?
El departamento municipal de Parcs i Jardins de Barcelona ha dejado asolada una zona verde del recinto de Can Framis, en el 22@, inaugurada en noviembre pasado, candidata a un premio de paisajismo y finalista de galardones de arquitectura internacional, por considerar que era demasiado cara de mantener. El parque estaba alfombrado de hiedra verde salpicada de bulbos que daban flores en distintas épocas del año y que, según Parcs i Jardins, se acaba llenando de malas hierbas. La crisis económica debe provocar el recorte de muchos gastos superfluos, pero resulta difícil entender que el mantenimiento de este parque pudiera ser tan arriesgado para las arcas municipales. Barcelona cuenta con zonas de esparcimiento, pero no son tantos los grandes espacios en los que predomina el verdor por encima del cemento como para tener que prescindir tan drásticamente de uno de ellos, que además se ha considerado digno de ser laureado.
La Vanguardía 1 de junio
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