Silvia Burés
Barcelona desmonta un jardín porque resulta difícil y caro de mantener. Esta semana nos sorprenden con la polémica sobre los jardines de Can Framis que Silvia Angulo describe en su artículo en La Vanguardia.es. Se trata de un jardín diseñado por el arquitecto Jordi Badia y el arquitecto paisajista Martí Franch, y que los mismos arquitectos describen como un mar de hiedra y bulbos distribuidos en una sinfonía de colores, que acompañan el Museo de Can Framis. Según los diseñadores, se trata de "Un jardín premeditadamente antiguo, donde la vegetación será la protagonista más que el gesto. Un espacio natural, entendido como un pedazo de naturaleza en medio de la ciudad, en claro contraste formal con el entorno". Visto lo que se ve últimamente, el jardín era un jardín de verdad.
El de Can Framis es un jardín que este año es finalista del 6º Premio Europeo de Paisaje Rosa Barba, de prestigio internacional; de los Premios Lamp 2010 de Iluminación Exterior Arquitectónica y del Public Space European Prize; que en el año 2009 fue accésit del Premio Bonaplata, premio Ciutat de Barcelona 2009, seleccionado Premio de Arquitectura Española 2009, premio Nacional de Patrimoni Cultural y finalista de Premios Catalunya Construcció 2009. Con tanto galardón debería de ser motivo de orgullo para la ciudad, que últimamente tiene pocas cosas de las que sentirse orgullosa.
Pues bien, parece que el mismo Ayuntamiento de Barcelona, pese a haberles otorgado el año pasado el premio Ciutat de Barcelona, ha preferido eliminar las plantas proyectadas por Badia y Franch y sustituir la hiedra por césped.
Según he leído en Scalae.net el Ayuntamiento dice que es más fácil mantener el césped que la hiedra, claro, con un jardín de hiedra el jardinero se tiene que agachar a arrancar las malas hierbas, y con césped, se pasa una máquina y se corta todo a la vez, césped y hierbas, y es más fácil para el operario, desde luego. El césped es muy fácil para los jardineros: no hace falta sudar, pero es más caro desde el punto de vista económico y medioambiental, teniendo en cuenta que gasta más agua y se debe segar, gastando más energía. Poner césped no es una solución sostenible ni es la propia de nuestra tradición. Quitar las hiedras para poner césped, porque es más fácil de mantener, es de una lógica que atenta contra la sostenibilidad, aunque esté claro que es más fácil darle al botón y gastar gasóleo que arremangarse.
Los jardines de césped dice Jordi Badia que parecen un campo de golf (de los que los verdes hacen activismo político en contra, raro que no les preocupe el césped urbano a los mismos, debe ser por el golf, no por el césped, porque el tranvía sí tiene césped y gasta tanto como los campos de golf). Así que debe existir una razón más profunda para que pongan césped en el trazado del tranvía y el Consistorio gaste los dineros de todos en potenciarlo. A mí me parece el poner césped de una jardinería de Teletubilandia, no sólo en el aspecto paisajístico sino en el sociológico. Además es que parece que con tanto dispendio con consultas populares nos hemos puesto un límite en la cuota asignada al mantenimiento de jardines. Dicen que en este mismo barrio y en esta zona ya se ha optado por el Parc Central de la Diagonal y por el de Diagonal Mar (vaya, que no abusen tanto los del 22@, que además de salir en la tele quieren tener tres parques!). A mí me suena a que se hacen presupuestos sin pensar en el mantenimiento, pero eso no es sólo de Barcelona, nos hemos acostumbrado en los últimos años a pensar sólo en lo inmediato por el sur de Europa mientras vivíamos de los fondos europeos.
Que digan que es caro y difícil el mantenimiento cuando se plantan hiedras, creo yo que debe ser por ignorancia o por vagancia, o por las dos cosas a la vez. Si se dice que el jardín de Can Framis no se hizo bien, como dice Virginia Mascaró (Avui.cat) que explica que dicen que los constructores entregaron el jardín en mal estado en noviembre de 2009, pues digo que lo suyo era haber informado entonces de los problemas a los arquitectos y no haber aceptado la obra, si es que el problema es que estaba mal; pero me conozco el percal y ya sé por experiencia, como los que saben de jardinería, que las malas hierbas crecen si no se hace un mantenimiento en el momento oportuno. No sé quien debía hacer el mantenimiento desde noviembre hasta ahora. Pero en jardinería, como con cualquier ser vivo, el mantenimiento es necesario (vaya, ¿o es que a alguien se le ocurre inaugurar una escuela y no fregar el suelo, o inaugurar un hospital y no dar medicamentos a los enfermos durante los primeros seis meses?).
Para mantener un jardín como éste, que no era tan extraño, sólo hace falta seguir técnicas de bajo mantenimiento, que existen desde hace años. Hay una cosa que se inventó hace muchos años que se denomina Xerojardinería y que consiste precisamente en diseñar y mantener los jardines siguiendo pautas de bajo consumo de agua, técnicas que se pueden extender al crecimiento de las plantas y de las malas hierbas. Disponemos de técnicas de ingeniería suficientes que nos permiten la optimización del consumo de recursos -dígase agua, energía o fertilizantes- en la jardinería. Os remito al precioso artículo de Teresa Galí-Izard, "Sumar INTEL·LIGÈNCIES", publicado en el Facebook. Por suerte hay muchas personas como ella, con sentido común y conocimientos para hacer las cosas de una manera diferente, y que se esfuerzan por hacerlo.
Empiezo a ver muy claro que los que creemos en la sostenibilidad de verdad y en la cultura del esfuerzo tendremos que vivir al margen de la mediocridad del 'Establishment'.
Article publicat en el diari la Vanguardía
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