El Parlamento europeo ha rechazado por mayoría el texto actual de la Directiva, contradiciendo el pacto alcanzado por la mayoría de los gobiernos de la Europa del Capital. Un hecho que sólo se explica por la enorme impopularidad de una medida tan regresiva y la contestación social de que ha sido objeto, en la cual han jugado un papel muy destacado los activistas y colectivos alternativos al sindicalismo oficial y conciliador de la CES.
Sin embargo, poco se puede confiar en un parlamento como el europeo, cuya función y composición es parte de la estructura de poder del capital europeo. Habrá que seguir movilizándose no sólo para desterrar definitivamente la posibilidad de que la directiva resucite con algunas modificaciones menores, sino y sobre todo para seguir dando pasos en una exigencia urgente para hacer frente al desempleo creciente producto de la crisis del capitalismo: escala móvil de horas de trabajo o, lo que sería lo mismo como primer paso hacia ello, ¡jornada máxima de 35 horas semanales sin reducción salarial!
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