dimarts, 30 de març del 2010

Quercus ilex (Encina)

Es un árbol perennifolio y corpulento, que puede alcanzar los 25 m de altura, pero según el tipo de presiones (de origen humano, sobre todo) a que se ve sometida puede ser un arbusto o una mata de escaso porte que se extiende por renuevos a partir de raíces superficiales. Corteza gris oscura, resquebrajada y agrietada desde relativamente joven formando porciones pequeñas y alargadas verticalmente. Los ejemplares aislados desarrollan una copa densa y redondeada, de color verde oscuro, que comienza a baja altura; esto se puede ver modificado por podas que persiguen ciertos aprovechamientos, como una mayor producción de fruto. Brotes jóvenes tomentosos, de color gris o amarillento. Hojas de 20-70mm de longitud, con un pecíolo de hasta 10 mm. Son gruesas, duras y muy variables en forma: ovaladas, lanceoladas, oblongas o elípticas, con el borde desde liso a espinoso (sobre todo las que se sitúan a menor altura del suelo), obtusas verde oscuro por el haz y gris vedoso y pubescentes por el envés, en donde se aprecia bien la nerviación principal y 7-12 pares de nervios secundarios que forman un ángulo bastante abierto con el principal. Aún siendo especie monoica, muchos ejemplares presentan mayor abundancia de flores de un sexo que de otro o la proporción relativa varía entre años.

Como todos los árboles la encina también esta rodeada de leyendas, historias que solo son leyendas.


La encina tuvo carácter mágico para muchos pueblos de la Península Ibérica. En un antiguo grimorio (un grimorio es un libro de conocimiento mágico escrito entre la Alta Edad Media y el siglo XVIII. Tales libros contienen correspondencias astrológicas listas de ángeles y demonios, instrucciones para lanzar encantamientos y hechizos, mezclar medicamentos, convocar entidades sobrenaturales y fabricar talismanes) latino se lee: "Para ser afortunado en los negocios, se tomarán cinco bellotas de encina, cogidas en domingo, se quemarán y se reducirán a polvo. Este polvo se guardará en una bolsita de seda amarilla y se llevará encima. Este amuleto, llamado del Sol, favorece grandemente a quien lo lleva". Para los antiguos asturianos en éstos árboles moraban las lavanderas, hadas decrépitas que lavan su ropa en los ríos, a la luz de la luna, y causan terribles perjuicios a quien se topa con ellas. En Peñamellera (Asturias) todavía se conserva una encina a cuyo alrededor se celebraron aquelarres. La utilización por parte de las brujas de estos árboles hizo que en algunas regiones se considerara su sombra maléfica. En Cataluña, las jóvenes de los pueblos a orillas del río Tresser, en la provincia de Gerona, creían que podrían convertirse en gogges o dones d'aigua (hadas de agua) y en fades /hadas) solo con beber un sorbito de agua de siete fuentes con la ayuda de unahoj de encina tocada por el rayo. En algunas zonas de Cataluña, hasta bien entrado el siglo XX, se practicó un rito, para curar las hernias de los niños, que tuvo por protagonista a la encina. La noche de la víspera de San Juan los campesinos se dirigían al bosque y formaban un corro alrededor de una encina añeja. Después de los golpes de hacha, abrían un agujero en el tronco lo suficiente ancho para pasar al niño por el agujero al tiempo que decía: "Trencat t'el dono" literalmente Roto te lo doy, mientras el padre lo recogía por el lado opuesto y musitaba "Curat t'el preng"= curado te lo quito. Este pase mágico por la encina se repetía tres veces y después se envolvía el agujero con la faja del niño, se cubría con una capa de arcilla y se ataba con una soga de esparto. En muchos lugares de la Península Ibérica las mujeres estériles creían que bastaba con una encina para quedar embarazadas. Para los antiguos hebreos la encina era también uno de los árboles sagrados, como el roble y el terebinto. En diversos pasajes del Antiguo testamento hay abundantes alusiones al carácter sagrado de la encina entre los pueblos de Israel.

Espero que os haya gustado, o al menos entretenido.

Gabi